Pincelada del Museo vivo

Pincelada del Museo vivo
Museo vivo

Respetando la naturaleza en familia

Es una escena muy común, la familia sale a pasear un fin de semana, digamos que un sábado por la mañana, el papá conduce, la mamá hace de copiloto y dos chamacos alegres (el niño mayorcito y la nena la princesa de la casa) y ruidosos van montados en el asiento de atrás; viven en alguna de las ciudades que abundan en México, tu escoge cuál: DF, Toluca, Cuernavaca, Monterrey, Guadalajara, etc. Han decidido pasar un buen día lejos del caos citadino y se van a alguno de los pueblos provincianos del país, quieren respirar aire limpio, comer sabroso, caminar un rato, pasear en el campo para que los niños corran y conozcan lo que en la ciudad no pueden, por ejemplo prados verdes, árboles muy grandes para trepar y con suerte hasta un río limpio.


Y de repente uno de los niños inquietos nota que en el río hay peces, ¡pescaditos!, ¡pescaditos! grita el alegre rapaz, la hermana más pequeña se acerca atraída por la feliz sorpresa, muy divertidos y a la orilla del río contemplan a esas simpáticas criaturas que se mueven nerviosas bajo el agua; el Papá nota la alegría de sus hijos, la mamá se mantiene pendiente de que los niños no se acerquen demasiado al agua y mantiene una atenta y complaciente mirada sobre sus pequeñuelos; de repente a la nenita se le ocurre una maravillosa idea, mira con ojos suplicantes a papá y le dice con ese tono dulzón que las hijas saben el papá no puede resistir: quiero uno están muy bonitos, el hermano mayor la mira sorprendido y piensa, claro que buena idea, el padre amoroso y complaciente con sus retoños les sonríe y dice: a ver, acá en el carro traigo una bolsita de plástico vamos a intentar agarrar unos cuantos…Allí empieza la pesadilla, al menos para el pez.


El animal es capturado en una bolsa de plástico, que antes de ser red contenía un sándwich, las boronas que quedaban en la bolsa se le meten por las branquias y le dificultan respirar, los niños siguen alegres con su trofeo, el papá le hace un nudo a la bolsa para que no se salga el agua y con ese acto cancela cualquier posibilidad de que la poca agua que contiene la bolsa entre en contacto con el aire y la oxigene, el asustado y nervioso animal intenta respirar pero las boronas no se lo ponen fácil y el agua a cada minuto que pasa tiene menos oxigeno; como ya se está haciendo tarde la familia decide regresar a casa, suben a su auto y la bolsita con el pez es colocada dentro del auto para viajar a su nuevo hogar que probablemente será un frasco viejo con restos de mayonesa o café; sin embargo es poco probable que la conozca, el calor dentro del auto no es poco y el pez empieza a sentir como el agua alrededor de su cuerpo se calienta y lo hace sentir muy incómodo, después de quizá 45 minutos en el auto el pecesillo no da más, se siente exhausto y lastimado por el constante golpeteo con la bolsa, por que no puede respirar bien, por el agua caliente a la que no está acostumbrado y sobre todo por los constantes picoteos que el hermano mayor le hace con el dedo a través de la bolsa, según el para qué nade.

Llegando a casa los niños ya están dormidos y los amorosos padres los bajan cargando para depositarlos en sus camitas, en donde dormirán tranquilos y soñaran con los angelitos; el papá regresa al auto para bajar las últimas cosas que llevaron al paseo y se da cuenta que allí en el suelo del auto, debajo del zapato que durante los jugueteos se le cayó a la nena, está la bolsa de plástico con un poco de agua todavía, la levanta y mira al pecesillo que hasta hace unas horas nadaba gustoso en el río, panza arriba, muerto. Como decíamos al principio es una escena muy común, pero lamentablemente no le sucede solo a los peces, les pasa a tortugas, cangrejos, aves pequeñas, lagartijas, ranas, renacuajos, pequeñas culebras, mariposas, libélulas y muchos otros seres vivos que sin deberla ni temerla son sujetos a malos tratos y a una muerte prematura.

Los seres vivos no son propiedad de nadie, nadie tiene el derecho de extraerlos de su hábitat y decir como si cualquier cosa: yo me lo encontré es mío y me lo llevo; esos animales viven allí, es su hogar y sacarlos no es correcto, primero porque la legislación ambiental mexicana lo prohíbe y en algunos casos dependiendo la especie del animal puede ser incluso un delito federal, segundo por que lamentablemente muchas de esas especies en nuestro país están en alguna categoría de riesgo y robárselas implica que no podrán reproducirse y no dejarán descendencia y tercero porque no es ético, que clase de padres seremos si no enseñamos a nuestros hijos el más elemental respeto a la naturaleza.

Como padres y como seres humanos es nuestra responsabilidad enseñar a los que nos sucederán en la vida, que hay que respetar el mundo porque de su equilibrio depende nuestro bienestar.
Si sales con la familia y tienes el placer de ver la naturaleza, admírala, tómale todas las fotos que quieras y déjala tranquila; disfruta de tu familia, sal convive, conoce y respeta la naturaleza para que mañana tus hijos ya adultos, regresen a ese sitio con sus hijos, tus nietos y les puedan decir aquí me traían mis padres y me enseñaban a los pecesitos ¡Mira, como ese que va nadando! Y todos sonrían.

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