Pincelada del Museo vivo

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Museo vivo

Ya no puedo cuidar a mi tortuga ¿Qué puedo hacer? ¿A dónde la llevo?


Seremos claros y quizá por eso parezcamos insensibles, pero las cosas por su nombre: si ahora ya no puedes cuidar a tu tortuga entonces ¿porque la compraste o aceptaste como regalo?, al adquirir una tortuga, sea por la razón que sea, te echaste a los hombros la enorme responsabilidad de cuidar de una vida y eso significa que debes invertir tiempo, dinero y esfuerzo en su mantenimiento, así que ahora francamente no son válidos cualquiera de las razones que des para no poder hacerte cargo: que si no tienes un espacio para mantenerla, que si por la escuela o trabajo ya no te da tiempo, que si me la encontré, que si no sabías que el animal iba a crecer tanto, que si ahora eres padre/madre y primero están tus hijos… todo eso debiste pensarlo antes de aceptar la responsabilidad de mantener a una tortuga o a cualquier animal, no son juguetes, son vidas.

Pero bien, afrontemos la realidad e independientemente de tu situación particular la pregunta ahora es ¿qué puedes hacer para que esa tortuga que ya no puedes cuidar esté bien?

1.- Asume verdaderamente tú responsabilidad. Todavía tienes la oportunidad de redimirte, así que la primera y más obvia respuesta es: infórmate plenamente y cuídala.

2.- No la “liberes”.  Si de plano fallaste y no puedes hacer frente a tu responsabilidad, lo segundo que necesitas saber es que no debes “liberar” al animal, no es buena idea dejar una tortuga que ha vivido mucho tiempo en cautiverio en el medio natural pues probablemente no tenga capacidad de sobrevivir por sí misma, además al liberar ejemplares sin estudios ecológicos previos podrías causar un desequilibrio natural que no solo afectará a tu ejemplar si no al sitio en donde la pretendas soltar.

3.- No la vendas. Parece obvio, pero más vale aclararlo, vender animales silvestres como las tortugas sin tener permisos de aprovechamiento es ilegal y puedes meterte en problemas.

4.- No se la regales a tu amigo, primo, novia o abuelita solo porque éstos digan que pueden cuidarla. Si se la vas a dar a un tercero para que se haga cargo, haz averiguaciones para tener la absoluta seguridad de que éste sí podrá asumir la responsabilidad que tú no pudiste afrontar, verifica que tenga recursos económicos suficientes para hacerlo, que tenga conocimientos técnicos sobre su cuidado, que cuente con espacios adecuados, que tenga la capacidad legal para hacerlo (sí, para mantener la mayoría de las especies de tortugas, al menos en México, es necesario contar con permisos), recuerda que las tortugas no son juguetes ni elementos de colección.

5.- Llévala a algún centro especializado en su cuidado. Lo más sencillo es llevarla con las autoridades ambientales, ellos se encargan de enviarla a algún sitio en donde la puedan cuidar tengan experiencia e instalaciones para el cuidado y manejo.

6.- También puedes contactarnos para saber si nosotros en el Museo Vivo podríamos hacernos cargo. Tenemos experiencia técnica, permisos e instalaciones para hacerlo con algunas especies, no obstante ten en mente esto: no nos haces ningún favor al traerlas, más bien nos das una responsabilidad en la que gastaremos dinero, invertiremos tiempo y destinaremos horas y horas de trabajo, por lo que si accedemos a hacernos cargo te pediremos que nos entregues una colaboración en especie y nunca en efectivo, misma que podrá ser alimento, medicamentos, material de manejo o papelería, etc.

Esperamos que éste texto te haya sido de alguna utilidad, esperamos que la tortuga que mantienes tenga el mejor de los destinos y que tú, a partir de ahora, tengas claro que la posesión y mantenimiento de fauna silvestre es una enorme responsabilidad que solo deberían asumir quienes estén plenamente conscientes y capacitados para hacerlo.




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